¿Eres más clitoriana o vaginal?
La cuestión que hoy os planteo la verdad no tiene mucho sentido. Precisamente os la planteo porque hay mujeres que se sienten raras si sólo llegan al orgasmo a través del clítoris o si, por el contrario, necesitan imperiosamente que algo o alguien las penetre para poder experimentar placer. Lo que pretendo es dar información para que destruyamos esta especie de mito.
Como sabemos, muchas veces los mitos existen porque hay teorías o vertientes que los alimentan o que los alimentaron en algún momento. Me remonto a la época del famoso psicoanalista Freud. Éste pensaba que el orgasmo, efectivamente, se podía alcanzar de dos maneras bien diferenciadas: o a través del clítoris o a través de la vagina. Freud sostenía que el clítoris era una zona erógena vinculada a la infancia, de manera que las mujeres que alcanzaban el orgasmo a través de él eran “mujeres inmaduras” que, con el paso del tiempo, pasó a denominar “mujeres histéricas”. Así, el orgasmo obtenido a través de la vagina era el que caracterizaba a la mujer adulta y defendía la necesidad de la penetración masculina para experimentar placer, nosotras solas no lo alcanzaríamos y si lo alcanzábamos éramos mujeres histéricas. Como cabe esperar, esta teoría revolucionó a la banda feminista quien en seguida reaccionó: “El orgasmo clitoriano existe, y podemos alcanzarlo solas sin necesidad de que un hombre nos penetre”. Todo esto, llevado al sexo lésbico, se traduciría en cualquier objeto o dedo que sirva de masturbación vaginal para la mujer estimulada. Y, como suele pasar muchas veces, existe una tercera teoría integradora que se extrae después de muchos estudios y experiencia. Ha sido defendida por los terapeutas Masters y Johnson y sostiene que las mujeres tenemos diferentes zonas erógenas en nuestro cuerpo, tres de ellas serían: los pechos y pezones, el clítoris y la vagina. Las zonas erógenas tienen la función de provocar placer sexual, de manera que a través de cualquiera de ellas podríamos llegar al orgasmo. Estos autores, después de dedicar muchos años a estudiar la respuesta sexual tanto masculina como femenina, han llegado a la conclusión de que hay orgasmos clitorianos, orgasmos vaginales y orgasmos clitoriano-vaginales o mixtos. Ninguno es mejor ni peor, sino que depende de la zona en la que se sienta.
Por todo ello, hay mujeres que “no sienten nada con la penetración” y experimentan el clímax únicamente mediante el sexo oral o la estimulación manual del clítoris. El clítoris tiene infinidad de terminaciones nerviosas por eso nos hace sentir con tanta intensidad. Y también por eso una vez se alcanza el orgasmo clitoriano, si se continúa la estimulación puede resultar incómodo o incluso desagradable porque la zona está hiperestimulada y esto no siempre tiene por qué ser placentero. Es algo parecido a cuando nos hacen cosquillas y no las soportamos. Por eso se recomienda estimular también zonas próximas al clítoris tanto antes como después del orgasmo. Otro grupo de mujeres “necesita la penetración sí o sí”. A través de la penetración, y si ésta se practica en la dirección y postura correctas, podemos alcanzar nuestro Punto G y con él… ¡COHETES! La postura del misionero facilita encontrarlo. Y otro gran grupo de mujeres potencian al máximo su placer combinando la penetración y el clítoris, así son más las fibras nerviosas estimuladas y nuestro placer puede ser máximo. Imagínate llegar con la penetración al Punto G y que además nuestro clítoris esté derrochando placer. Este orgasmo se puede conseguir bien estimulando manualmente el clítoris (nosotras o nuestra pareja) a la vez que nos penetran, o a través de la postura de horcajadas (encima de él) el clítoris quedaría estimulado por la fricción, más cuanto más acerque él su cuerpo a nosotras.
Como siempre digo, en el sexo no está nada escrito y a pesar de que existen patrones de respuestas sexuales, éstas dependen mucho de las situaciones, de las personas y del momento. Todo se resume en que debemos dejarnos llevar y experimentar lo que el cuerpo nos pida. Inventemos nuestro propio sexo.
¡Feliz semana lectores!
Del cervis no hablas? 🙂