Antes de llover chispea. Coitus interruptus

Entonces dijo Judá a Onán: “Entra a la mujer de tu hermano, y tómala como cuñado que eres, para suscitarle prole a tu hermano”. Pero Onán, sabiendo que la prole no sería suya, cuando entraba a la mujer de su hermano se derramaba en tierra para no dar prole a su hermano. Era malo a los ojos de Yahvé lo que hacía Onán, y le mató también a él. (Génesis, cap. 38, versículos 1-10)

Según la de definición de la Real Academia Española, onanismo es sinónimo de masturbación. Pero como puedes ver, el personaje bíblico que da nombre al onanismo, no es sinónimo de masturbación. Onán, no se masturbaba. El “entraba a la mujer” y “se derramaba en tierra“. Vamos, lo que hacía era un coitus interruptus para no dejar embarazada a su cuñada.

Conocido popularmente como “la marcha atrás”. Este método se cataloga como anticonceptivo, pero es importante que sepas de su baja o nula eficacia, ya sea tanto para evitar un embarazo como infecciones de transmisión sexual. ¿Por qué?

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Durante la erección, antes de que se produzca la eyaculación, aparece un líquido lubricante, el preseminal. Este, que es segregado por las glándulas de Cowper, tiene un menor número de espermatozoides que el esperma en sí, pero tan solo su presencia durante la penetración, hace que ya exista el riesgo de embarazo aunque retires el pene y eyacules fuera.
“Yo controlo”. Seguro que controlas, pero oye, ¿y si no?
Esta práctica, es un tanto estresante, y puede tener ciertas consecuencias negativas tanto a nivel individual, como con tu pareja sexual.

Al centrar la atención en cada uno de tus cambios para ser consciente de cuando vas a eyacular, te posiciona en lo que se conoce como rol del espectador. Y es que sin quererlo, haces de lo que es un reflejo un acto consciente, controlándote en cada momento. De esta forma, es lógico que pierdas la concentración, lo que desencadena una reducción de tu placer quitándole la espontaneidad a la relación sexual.

Como la sangre no la tienes precisamente en la cabeza, tener tantas cosas en mente que te distraigan, puede dificultar tu erección y por ende, el orgasmo. Y sí, así evitarás eyacular dentro, pero también perderás la erección.

Por otra parte, tu pareja sexual se encuentra sometida totalmente a tu criterio de control de la eyaculación, de forma que sin apenas presiones, recae sobre ti toda la responsabilidad. Es lógico que esta práctica pueda limitar su placer, ya que por mucho que confíe en ti, estará en un cierto estado de tensión por miedo a una posible eyaculación en el interior. Además de la ansiedad que le puede generar si hay algún retraso en la menstruación.

La tensión y el estrés no son unos buenos aliados en lo que al sexo se refiere. Hay que disfrutar y tomárselo con calma.

Si reprimiéndote y controlándote te resulta placentera y satisfactoria tu relación sexual, ¡imagina si no tuvieras que hacerlo!

Besitos!

Escrito por Bea. H

Graduada en Psicología. Especializada en Terapia de Parejas y Sexología

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