Fantasías sexuales, ¿cuál es la tuya?

Uno de los temas más bonitos del mundo de la sexualidad es el de las Fantasías Sexuales, y para empezar a hablar sobre ellas lo primero que hay que preguntarse es:

¿Qué son las fantasías sexuales?
Las fantasías sexuales son pensamientos que se desarrollan en la mente y provocan un placentero estado de excitación sexual, aumentando la libido. Estas cogniciones pueden aparecer en forma de imágenes o como si de una película se tratase, y transcurren en la imaginación de la manera que más gusta con total libertad.

¿Todos las tenemos?
La respuesta es sí.
Las fantasías sexuales no distinguen en género, edad, condición sexual, gustos o prácticas sexuales. Pueden existir tantas fantasías sexuales como personas en el mundo, y todas son igualmente válidas mientras cumplan su objetivo:

Proporcionar placer, alimentando el deseo.

Tener, gozar y disfrutar de las fantasías sexuales es una manera de autocomplacerse y conocerse más profundamente, además de ser una fuente de crecimiento personal. Ellas ayudan a estimular la imaginación y la creatividad, mejoran la autoestima, incluso son un perfecto aliciente para probar nuevos juegos sexuales.

¿Existen fantasías buenas y malas?

Como he dicho anteriormente, todas las fantasías son igualmente de buenas mientras cumplan la finalidad de ayudar a potenciar el deseo sexual.

A pesar de todos sus beneficios, cabe destacar que una estricta educación sexual o carecer de información fidedigna respecto al tema, puede llevar a que muchas personas se asusten o se sientan culpables de sus propias fantasías sexuales. Por ejemplo, al imaginarse manteniendo relaciones con alguien que no es la pareja, o jugando eróticamente con alguien del mismo sexo, incluso verse disfrutando en una situación que escape a lo estándar o típico.

Las fantasías sexuales forman parte de nuestra sexualidad como seres humanos siendo totalmente sanas y naturales, si no somos libres en nuestra imaginación, ¿qué nos queda?
Es más, las fantasías sexuales gustan tanto porque la mayoría de las veces poseen un contenido que escapa a lo que se tiene en la realidad.
Este problema de culpabilidad o miedo a las cogniciones sexuales, se resuelve en terapia facilitando la información necesaria respecto al tema y desbancando todas aquellas creencias y mitos que no permiten un óptimo desarrollo sexual en la persona.

Y, ¿debería compartirlas con mi pareja?

La verdad es que no. No existe obligación ninguna de tener que compartir las fantasías sexuales con la pareja o con el compañero/a sexual, otra cosa distinta es que se sienta la complicidad y la total libertad de querer contarlas a quien se quiera. Incluso que se disfrute con ello.
Un gran punto a favor de hacer partícipe a la pareja de alguna fantasía sexual, es que esta se puede convertir es un gran incentivo a la hora de desarrollar otras prácticas dentro de la vida sexual. Puede convertirse en una manera excelente de estimular distintos juegos eróticos impulsando la apetencia y deseo sexual, combatiendo la clásica monotonía.
Además, es un claro ejemplo de sana comunicación con la pareja, clave distintiva para una óptima relación en todos los sentidos.

Pero, ¿tener una fantasía erótica implica llevarla a la práctica?

Esta vez la respuesta vuelve a ser no.
Una fantasía es una especie de elixir sexual que ayuda a excitar a la persona de la manera que más le complace, imaginando todas esas escenas que provocan un estado libidinoso elevado. Y esto no implica que haya una obligación de hacerlas realidad, aunque por supuesto se pueden llevar a cabo.
Si se desea cumplir una fantasía sexual, hay que observar la situación personal y valorar hasta qué punto gustaría realmente llevarla a la práctica.

Es importante tener en cuenta que las fantasías sexuales son tan placenteras y excitantes precisamente por una razón: las manejamos a nuestro parecer en nuestra imaginación, y la realidad es distinta.

Si se desea llevar una fantasía a la práctica hay que ser lo más realista posible, es decir, olvidarse de las altas expectativas y de las idealizaciones, aunque luego sea una experiencia fantástica.

Sólo me queda decir dos cosas:

1º ¡Disfruta de tus fantasías!

2º ¿Te gustaría colaborar en mi libro sobre Fantasías Sexuales?

Actualmente me encuentro escribiendo un libro sobre Salud Sexual y Fantasías Sexuales, y busco la colaboración de voluntarios anónimos que me cuenten una fantasía.
Se trata de demostrar que las fantasías sexuales son sanas y naturales; TODOS las tenemos.

¿Quieres saber cómo participar?

Escríbeme a Psicojudithviudes@hotmail.com, y te informo sin compromiso.

“Siéntete a gusto con tus Fantasías Sexuales, utilízalas como complemento para estimularte, para excitarte más, para liberar tensiones, para disfrutar, para romper con lo cotidiano, para conocerte mejor, para iniciar nuevos juegos eróticos en compañía, para soltarte, para compartirlas, incluso para hacerlas realidad. Vívelas como quieras.”

 Judith Viudes Psicóloga y sexóloga

Judith Viudes
Psicóloga y sexóloga

Autora: Judith Viudes
-Psicóloga y Sexóloga-
@Psicosexologa
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11 Comments to Fantasías sexuales, ¿cuál es la tuya?

  1. Teresa dice:

    Hola! Me ha gustado mucho el artículo y he querido atreverme a formular una pregunta. Soy una chica de 21 años de Oviedo. Desde hace un par de años me masturbo pensando que abusan de mí. Vamos, que me violan o me follan a la fuerza. La verdad es que me pone muchísimo imaginarme eso. Pero luego me siento culpable, y sucia. No sé. Creo que no deberían excitarme estas cosas. Y me preocupo porque yo realmente JAMÁS querría ser violada. De hecho me da pánico solo pensar que pueda pasar de verdad. Entonces estoy hecha un lío. No sé si a alguna chica más le pasa, o si podéis comentar algo acerca de esto.
    Ah! Felicidades por el artículo.

    • Hola Teresa,
      lo primero es darte las gracias por tu comentario.
      Respecto a la fantasía que comentas, no hay nada de lo que preocuparse, es una fantasía muy común en el gremio femenino.
      El hecho de sentirte abstenta de toda responsabilidad hace que disfrutes de esa relación sexual con dotes de agresividad, que siempre manejas como TÚ quieres en la imaginación. Y eso, por supuesto, no significa que quieras ser violada en la realidad.
      Como la mujer en el pasado siempre ha estado enseñada a reprimir la muestra de que desea el sexo, la fantasía de violación permite que ese deseo emerja sin culpa de la mujer. Y también entra en juego el hecho de sentirte deseada.

      Me gustaría que me contases más a fondo tu fantasía, ¿te animas?
      Escríbeme a psicojudithviudes@hotmail.com

      Un saludo 😉

  2. Cecilia dice:

    Me llamo Ceci. Tengo 23 años y os sigo desde hace unos 6 meses, aunque nunca os he escrito. Al ver este artículo, quiero comentar una cosa. A ver. Yo a veces me masturbo pensando en las chicas de mi gimnasio. La verdad es que tengo novio desde los 17 y nunca he pensado en tener una relación con una chica. Siempre me he considerado hetero. Pero el cuerpo femenino me pone cachonda. Y no sé muy bien qué pensar o qué pensará mi novio si le digo que me masturbo pensando en chicas.

    • Hola Ceci,
      muchas gracias por tu comentario.
      Desde luego, no tienes nada por lo que preocuparte, de hecho es una de las fantasías sexuales más comunes.
      Y como tu comentario merece una buena explicación, próximamente publicaré un artículo sobre ello. Estate atenta 🙂

      Por cierto, me gustaría que me contases más a fondo tu fantasía, ¿te animas?
      Escríbeme a psicojudithviudes@hotmail.com

      Un saludo !

  3. Sophia Buiesca dice:

    Mi fantasía es unirme a eso que llaman El Club de las Mil Millas.

  4. Cirano dice:

    A mí me encantaría que alguien nos grabase en vídeo a mi chica y a mí. Algún amigo o amiga. Y que, si vemos que nos encontramos cómodos los 3, le invitemos a participar mientras nos graba. Y nos vamos pasando la cámara.

    También me encantaría que mi chica fuese con un vestido corto por la calle, en verano, y sin nada de ropa interior. Que se siente en los bancos o en el césped con las piernas abiertas. Que beba de las fuentes mientras se le asoman los pechos tan apetitosos que tiene y los moja algo con el agua de la fuente.

    Me encantaría que estuviese yo tumbado en un parque, como el Retiro aquí en Madrid. Y ella con el vestido sobre mí, sin bragas ni nada. Que me abra la cremallera del pantalón y meta mi pene erecto dentro de ella, tapándolo con el vestido, sin que nadie se de cuenta, y casi sin moverse. De tal manera que solo nosotros sepamos lo que está pasando. Y que charle conmigo mientras mueve un poquito la cadera hacia arriba y hacia abajo. Notar cómo está mojada y dilatada. Que se mueva luego dando golpecitos de cadera secos sobre mí. Me encantaría correrme así, dentro de ella, con pequeños movimientos disimulados y por veces contundentes.

  5. Roberto dice:

    Mi fantasía es un poco rara, pero os la voy a contar.
    Me excita un montón la posibilidad de estar alojado en hotel. En esta fantasía, me imagino que estoy vestido, tumbado en la cama, mirando un ventilador de madera con cuatro brazos que hay en el techo, con una pequeña bombilla al centro. Y, de repente, se va la luz de la habitación. Mi reacción es la de salir al pasillo, y bajar a recepción para ver qué ha pasado. Cuando abro la puerta de la habitación, me doy cuenta de que el pasillo también está todo a oscuras. No se ve absolutamente nada. Parece que la luz se ha ido en todo el edificio.

    Cojo la llave y cierro la puerta de mi habitación.

    Para dirigirme a recepción camino despacio haciendo que mis dedos rocen contra una de las pareces, y así tener cierta referencia de por dónde tengo que caminar. Voy caminando despacio porque no recuerdo si hay maceteros, mesitas u otros obstáculos en el pasillo. Una de mis manos va rozando la pared, y la otra la tengo estirada hacia el frente para detectar posibles obstáculos que pueda tener en mi recorrido.

    Cuando llevo unos metros avanzados noto como otra persona abre muy cerca la puerta de su habitación. Se habrá dado cuenta del apagón y seguramente vaya a bajar a recepción, como yo.

    Junto a esa puerta, de repente la mano que tengo estirada al frente toca la piel de un hombro. No identifico bien la figura, pero al bajar la mano me doy cuenta de que se trata de una chica. Lleva una camiseta de tirantes que deja descubierta la parte baja de la cintura. La chica se gira más orientando su cuerpo hacia mí, como tratando de evitar que nos choquemos. Pero coinciden en la oscuridad dos movimientos a la vez: el avance de un paso mío, y el giro de su cuerpo orientándose hacia donde estoy yo. Ella ha levantado las manos como para no chocarse, pero suave como para no golpearme con el movimiento. Ha alcanzado directamente mi pecho, y mis dos manos se han ubicado, casi automáticamente, en la parte de su cintura que tiene al descubierto. Estamos muy cerca. Siento por un segundo su respiración sobre mis labios. Noto con ello que tiene su barbilla girada hacia arriba, porque es algo más baja que yo. Y, como algo automático, en lugar de retirarme ella avanza. Rozo con mis labios sus mejillas a medida que mis manos se deslizan despacio para tocar su espalda. Ella gira ligeramente la mejilla para encontrarse con mis labios, y abre las palmas de sus manos sobre mis hombros. Sin mediar palabra, nuestros labios están en contacto, pero no los movemos. Solo sentimos el calor. Ella desliza sus manos de mis hombros a mi espalda, dejando menos espacio entre nosotros. Y ya ahí sí, nos besamos. Noto más calor en sus los labios a medida que ella aprieta con sus manos mi cuerpo hacia el suyo. Mi cadera roza la suya. Se empuja hacia la suya. Ella abre ligeramente las piernas. Y empujo su cuerpo en dirección a la puerta de la habitación, todavía abierta, por la que acaba de salir. Ella abre rápido los botones de mi camisa sin dejar de besarme a medida que yo bajo mis manos para darme cuenta por el tacto que lleva unos pantalones cortos, tipo short. De esos que dejan a la vista la parte baja de la nalga. Que, a oscuras, solo era alcanzable con el tacto. Con mis dedos abro el único botón de su pantalón y hago que mis dedos rocen su cintura desde la parte de delante que ha quedado abierta, hasta sus nalgas, atrás. Deslizo el pantalón un poco para coger de lleno ese culo pequeño, caliente y duro, a la vez que ella me quita la camisa, roza con sus manos mi abdomen, abre mis pantalones y se entretiene un rato aprentándome sobre los calzoncillos el pene turgente.
    Me dirige a oscuras hacia donde ella sabe que está su cama, y me acomoda terminando de quitarme y quitarse la ropa. Continuamos haciendo el amor sin mediar palabra. Gozamos de los sonidos, de las caricias, de los gemidos y de disfrutar de cómo nos imaginamos el cuerpo del otro.
    Una vez terminamos, recojo en silencio mi ropa buscándola a tientas sobre el suelo. Y todavía sin mediar palabra me visto y me despido de ella solo con un beso suave en los labios, para lo cual he tenido que buscarlos en la oscuridad.
    Levanto la mano justo delante de mí, en dirección hacia donde recuerdo que estaba la puerta de su habitación. Camino despacio. La abro. Salgo al pasillo, todavía oscuro. La cierro tras de mí. Y justo en ese momento, la luz vuelve al pasillo, y al hotel.

    Me quedo un rato girado hacia la puerta por la que acabo de salir. Pensando si llamar a la puerta y conocer quién es y cómo es esa chica. Pero, no. Voy a dejarlo ahí.

    Camino de vuelta a mi habitación. Abro la puerta. Me tumbo en mi cama, mirando al un ventilador de madera de cuatro brazos que hay en el techo, con una pequeña bombilla al centro.

  6. […] unos días tratamos el tema de las Fantasías Sexuales y entre muchas otras fantasías, surgió el tema de ser mujer y fantasear con otra […]

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