Que no te engañe el porno

Como ya comentaba en el artículo sobre Educación Sexual desde la familia, hablar y educar en sexualidad en casa es un bien escaso y desgraciadamente esa responsabilidad queda en el limbo, por lo que el porno al ser un recurso de fácil acceso ocupa esa tarea, consiguiendo generalizar sus mitos hasta causar ideales en los encuentros eróticos del ciudadano y de la ciudadana de a pie. Vamos a ver a qué me refiero:

Imagina esta escena, típica y repetida en todas y cada una de las pelis o vídeos. Ella, descansa en el sofá, coqueta, inocente, vistiendo lencería fina y tacones de aguja (se puede estar cómoda y sexy a la vez, oiga). Él entra en escena, por lo general vistiendo uniforme de ____ (inserte cualquier empleo, en serio, cualquier curro vale). El chico decide que para llevar a cabo las tareas correspondientes a su labor profesional debe desprenderse de una cuantía de ropa que roza la totalidad (a veces se dejan los calcetines, a veces no). Ella, impresionada contempla su pene, mordisquea sensualmente la uña (por lo general postiza) de su dedo índice y pone los ojos en blanco tras el visionado del falo. Redoble de tambores, se cierra el telón, primer orgasmo al canto. Y es que la idea de ver un pene en vivo y en directo ya es motivo más que suficiente para tener un orgasmo (dos si te pilla en día tonto).

Y como ella ya se ha corrido una vez pues olvidemos los preliminares y al grano, que eso de los besitos y toqueteos es cosa del pueblo llano. Aquí hemos venido a empotrar y lo que decían Masters y Johnson sobre los ritmos de la respuesta sexual humana, que se vaya al garete ¿quiénes se habrán creído que son esos dos?

¿Y cómo es ese cuerpo masculino? Pues sigamos tirando de generalizaciones, pues la industria del porno tiene un repertorio más bien limitado. En fin, hagamos lista de la compra: Músculos, a tope y más, que de esto nunca hay suficiente. El pene, si el muchacho usa 3 chanclas para ir a la playa mejor, además, debe estar circundado, recto como una flecha (no valen pequeñas desviaciones o curvaturas) y que mire al cielo en erección. ¿Qué más? Ah, sí, pelitos los justos, así que algo en el pubis y lo demás bien rasurado ¿qué somos iconos de la sensualidad o animales? Por favor…

¿Y las actrices, qué me dices? Rubias, morenas, da igual… lo importante es que estas 3 zonas tengan un volumen y firmeza adecuados, si no, puerta. Hablamos de los pechos, los labios y las nalgas. Que no se nos olvide que deben ir depiladas, que los pelos los carga el diablo y hay que eliminarlos. Además, si la apariencia es más juvenil mejor, para ello cirugía genital para recortar los labios (mayores y menores), el capuchón del clítoris e incluso retocar el monte de Venus, que todo recuerde a un aspecto más infantil. Ponle dos coletas y voilá. Ya tenemos nuestra chica perfecta.
Parece fácil ser sexy ¿no?

¿Y qué me dices de los orgasmos? Otro tema maravilloso del que sacar miga. En la pornografía, al igual que en la natación sincronizada el equipo es un solo ente, por lo tanto, cuando eyacula el hombre, la mujer tiene una reacción refleja automática orgásmica. ¡Toma ya! ¡Qué sincronización! ¡Medalla de oro por favor! Y ni se te ocurra pensar que fingen o que está planificado, no, no, por ahí sí que no paso.

¿Qué más, qué más…? Ah sí, la pareja disfruta en todo momento de la relación sexual, porque emplean una serie de posturas comodísimas, olvidándose de la cámara que les filma y que les pide que monten su show. Al mismo tiempo a nadie se le fuerza a nada, ni hay momentos dolorosos, y las erecciones se pueden mantener durante horas sin necesidad de fármacos y la lubricación es constante y fluida. Claro.
Menos mal que ésto es solo una sátira y que hoy en día el mundo del porno está cambiando, despacito, pero cambiando. Esto no quiere decir que no sigan apareciendo casos de chicas forzadas al porno, transmisión de ITS, estereotipos masificados, etc.

No sólo debemos educar en una sexualidad responsable y realista, si no que debemos eliminar los mitos que trascienden a la fantasía que supone el porno y terminan por convertirse en «supuestas realidades», pues las consultas de sexología se colman de dudas y miedos por no cumplir estos «estándares».

Por favor, discriminemos entre la ficción y la realidad y tengamos un sexo seguro, divertido y excitante sin tener que colgar cámaras del techo e imitar el kamasutra.

Escrito por Juan Mª Soler Martínez

Licenciado en Psicología, especializado en Terapia de Parejas y Sexología

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4 Comments to Que no te engañe el porno

  1. Amparo dice:

    Genial, divertido, desmitifacador. Se me quita un peso de encima, creía que me faltaba elasticidad

  2. Jesus Martínez Muñoz dice:

    Muy bien redactado pero no comparto todas las opiniones escritas ya que si millones de personas lo siguen quizas sea porque querrían pero nunca se atreverian y menos en casa entonces piensan que son los actores o actrices; la imaginación nos lleva «hasta el infinito y más allá»

    • Juan Mª Soler Juan Mª Soler dice:

      Hola de nuevo Jesús, siempre es un placer encontrarte por aquí. Estoy totalmente de acuerdo en que la imaginación es una herramienta maravillosa que nos ayuda a vivir nuestras fantasías. El problema surge cuando estamos sugestionados a que lo que vemos en la pornografía es «lo normal o lo deseable». Aquí es donde surge el principal problema, en creer que el porno es la realidad, que todos los hombres y mujeres deben ser como los que aparecen en los vídeos y que debemos tener las mismas conductas que ellos para ser felices.
      ¡Un saludo y te espero por aquí a la semana que viene! =)

  3. Cecilia dice:

    A mí me pone mucho cuando mi novio chilla cuando tiene un orgasmo y se corre dentro de mí. El que tenía antes cuando era adolescente, parecía que estaba haciéndole el amor a una estatua y se corría en silencio, ni me enteraba. 🙁

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