Masajes y sexo

Calor.

Una cama e hilo musical de fondo atrayendo vuestros sentidos.

Un aceite, muchas ganas.

Hace un buen rato que el reloj está clavado en hora punta y os sobra tiempo para devoraros disfrutando cada mordisco. Queréis recrearos, gozar cada roce y buscar una explosión de placer con la que reflejar toda esa química. Habéis comprado velas para la ocasión y él está tirando en cama, expectante mientras tú dejas caer parte de tu ropa insinuando que, tal vez, luego te desnudes un poco más.

Y así lo desvistes poco a poco mientras le sugieres que se deje hacer, que te apetece recorrerlo como no habías hecho antes y que tienes cosas nuevas que mostrar y descubrir. Empiezas rozando despacio sus pies y haciendo círculos alrededor de sus tobillos, casi como si intentaras leerlos. Rozas despacio su cansada planta con tus manos  mientras vas pasando los dedos por  ella, siguiendo así hacia su pierna. Sabes que el contacto no es sólo con la mano, ahora mismo tienes medio cuerpo volcado  en él y el roce es continuo.

El calor aumenta.

Comienzas entonces a acariciar su pierna haciendo cierta presión, usando ambas manos y realizando movimientos hacia arriba y hacia abajo, activando su circulación y aumentando sus ganas de agarrarte. Te acercas a la ingle pero no te detienes ahí. Subes al ombligo para hacer una pequeña parada, usando tu boca y mojando su abdomen con la lengua.  Has llegando a ese límite entre la espalda y la cadera que tantas veces  jugó a tentarte, y lo vas a recorrer milímetro a milímetro con todas las partes del cuerpo que a tu deseo se le ocurran. Mojas una a una tus manos en aceite y sin dejar en ningún momento de rozar su pelvis, llegas a las ingles.

Mezclas tu lengua con el aceite y el sabor de su piel erizada entre mordiscos y caricias, para acercarte cada vez más a su erecto pene. Juegas, lo rodeas, vas a tocarlo durante un buen rato mientras vuestras hormonas comienzan volverse locas…

Primero tocas la base de su pene despacio, rodeándolo con dos de tus dedos y dibujando círculos con él. Es importante que con la otra mano  sigas estimulando la ingle para que la excitación sea aún mayor y aumente progresivamente. Sigues ahora con movimientos verticales, desde abajo hasta arriba y viceversa. Vas a empezar haciendo diez hacia arriba y diez hacia abajo, luego nueve en cada sentido y así irás bajando hasta que solo hagas un movimiento en cada dirección.

Continuarás usando ambas manos, una de ella seguirá recorriendo el pene de arriba abajo, mientras la otra se dedica a estimular su glande con la yema de dos dedos. Centrarás tu atención en ese movimiento circular ya que es el que supone un cambio en el masaje, mientras vas moviendo la otra mano hacia el escroto. Aquí puedes masajear sus testículos suavemente, agarrándolos desde abajo y acariciando sobre todo su base.

Para finalizar, acercarás la mano que estaba acariciando sus testículos a la zona perianal. Puedes realizar movimientos circulares también aquí, ejerciendo cierta presión para estimularlo aún más… recuerda que esta es una de las zonas más erógenas para el hombre.

Habéis entrado en un estado de excitación tremendo gracias a un buen ambiente, las caricias exactas en el lugar correcto y muchas muchas ganas. Ahora que  ya estáis a punto de caramelo…  ¡no paréis de saborearos !

Beck

Escrito por Beck

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