El peso de la virginidad
Muy buenas, gorriones. Tras una semana de ausencia vuelvo otro jueves para seguir hablando sobre sexo. Esta vez voy a ser muy breve. Además, como la última vez fue muy constructivo lo del feedback de los comentarios, me gustaría volver a pediros vuestra opinión respecto al tema de hoy; el cual no es otro que la virginidad.
He llegado a la conclusión de que la virginidad pesa más en las mentes que en los aparatos reproductores (polla y coño, vaya). Por desgracia la sociedad está tan ‘sexualizada’ que la presión a la que te ves sometido es brutal. Siempre la competición de quién folla más y a mejores mujeres/hombres, siempre ese continuo pensamiento sexual hasta en los anuncios.
Hasta el punto que parece un dogma eso de que ser virgen es ser un auténtico gilipollas que no merece tanto respeto como el resto. Y lo peor no es lo que te hacen ver los demás, el problema es cuando te lo haces ver tú. Follar es importante, más que el respeto. Eso es lo que fluye en el ambiente.
Pues bien. Llegas al punto de que la virginidad pesa más en el pensamiento que en lo físico. Es decir, acabas por pensar que necesitas perder la virginidad sólo por ser uno más, para acercarte más al resto, para quitarte ese puñetero peso de encima, etc… Y todo eso acaba teniendo más importancia que la pregunta más importante de todas respecto a perder la virginidad: ¿Qué sentiré YO al follar? ¿Qué sentiré YO al correrme con una mujer/hombre? ¿Qué sentiré YO en la penetración? ¿Qué placer físico obtendré? ¿Qué le ocurrirá a mi mente al follar?
Dejas todas esas cuestiones en un segundo plano siendo, desde mi punto de vista, las más importantes. Te dejas guiar por todo el mito alrededor del sexo y te vienen a la cabeza frases del tipo: tengo x años y sin follar.
Después de todo descubres que el sexo es algo un poco más sencillo.
¿Tú qué opinas?
Es cierto lo que dices.
Hoy si ves a algún treintañero/a virgen piensas que quizá tenga alguna religión o creencias que le impide tener sexo.
A eso añádele que, sea cual sea su razón, no se respeta por completo. Por lo que súmale más presión aún.
El problema de darle tanta importancia es que cuando pierdes la virginidad piensas ¿Y solo era esto? ¿No tenía que haber fuegos artificiales?
Lo has resumido a la perfección. Cuando me ocurrió a mí no paraba de preguntarme «¿Ya está? ¿Sin más?».